«Me gusta trabajar con niños y me gusta hablar sobre la dificultad que entraña la transición de la edad infantil al mundo adulto». Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975) lo dejó claro en un pase especial por el décimo aniversario de El Orfanato al que tuve el privilegio de asistir en Londres, y en el cual el director de la próxima Jurassic World 2 habló largo y tendido de la película, de su carrera y de sus inicios.
«Conocí a Guillermo del Toro en el Festival de Sitges cuando vino con «CRONOS»; yo solía ir todos los años al Festival con un carnet falso de periodista, porque era la única manera de conseguir entradas gratis. Estuvimos hablando y años después, cuando yo ya había terminado mis estudios de cine, le conté que tenía el proyecto de dirigir una película de terror llamada EL ORFANATO. Él se sorprendió al escuchar que era de terror porque todos mis cortos habían sido comedias, pero afortunadamente tuve la suerte de que se lanzó a producirla, porque tener el nombre de Guillermo del Toro supuso un gran empujón para el proyecto».
» «EL ORFANATO» fue un proyecto doloroso, porque tuvimos que esperar mucho para sacarlo adelante. Sergio (G. Sánchez, el guionista) había escrito el libreto en el año 2001, y justo ese año se estrenó «LOS OTROS», que trataba una historia muy similar. No había nadie que quisiese producir nuestro film, porque se sentían reticentes a estrenar dos films muy similares el mismo año. Así que tuvieron que pasar seis años para que el film viera la luz al final».
«El rodaje duró 10 semanas y fue muy duro y doloroso. Recuerdo que la quinta semana me levanté un día completamente exhausto. Desde ese día intentaba dormir cada día al menos 8 horas, aunque no siempre lo conseguía. Muy doloroso… » (Ante la repetición una y otra vez del adjetivo doloroso, el moderador de la charla le espetó a Bayona cuánto dolor debe suponer una filmación, ante lo cual y ante la risa del público Bayona volvió a insistir: «Sí, muy doloroso». )
«Elegimos a Belén Rueda por una sencilla razón: porque era una actriz conocida y a la cual podíamos pagar. Belén era muy famosa en ese momento a nivel nacional sobre todo por la televisión. Y eso es difícil. Quiero decir, es difícil llamar la atención por un trabajo en televisión porque habitualmente esos programas son muy malos, pero Belén lo hacía muy bien… Así que a través de Guillermo del Toro nos conocimos y a raíz de EL ORFANATO, sorprendentemente, Belén se convirtió en un icono del cine de terror español. Después de EL ORFANATO hizo dos o tres películas de terror».
«Cuando trabajo con niños me gusta crear una relación cuasi auténtica de madre e hijo entre los actores. Me gusta que los actores pasen mucho tiempo juntos y creen esa atmósfera. Así fue en EL ORFANATO: Belén y Roger Príncep (el actor que da vida al niño Simón) pasaron mucho tiempo juntos. Cuando hice LO IMPOSIBLE, en la última secuencia, mientras estábamos filmando a Naomi Watts, hice que Tom Holland (el niño del film) le diese la réplica como quisiese, y cuando vemos las lágrimas de Naomi nos damos cuenta de que verdaderamente está llorando porque no está hablando con ningún personaje de ficción. Está hablando con Tom Holland».
Justo antes de la charla tuve la oportunidad de conocer a Bayona en persona mientras firmaba pósters del film. Le dije que yo había sido el script supervisor de Martín Rosete en Voice Over (Martín Rosete, 2011), y tras intercambiar datos sobre nuestras vidas, me senté a esperar su charla.
¡SUSPENSE! AL AJILLO
10 años después de su estreno, El Orfanato sigue haciendo gala de los defectos que ya saltaban a la vista en el momento de su estreno, quizá amplificados por el implacable paso del tiempo. En su día, nunca llegué a entender bien todo el entusiasmo que había provocado el film, habida cuenta de que como bien explicó el propio Bayona pocos años antes ya se había estrenado una película muy parecida e igualmente fallida: Los otros (Alejandro Amenábar, 2001). La americanización estilística de la película no parece ser suficiente aval como para que el film se llevase hasta 7 premios Goya y fuese la gran triunfadora del cine español de aquella temporada.
Y es que probablemente El Orfanato fuese el punto culminante del cambio en la cinematografía española que ya se venía advirtiendo desde hacía unos años atrás. Este cambio vino iniciado por una generación liderada por Álex de la Iglesia, que se marcó sus primeras victorias con Acción mutante y El día de la bestia a inicios de los 90. Esta tendencia de hacer cine completamente alejada al estilo de filmar que había prevalecido en España y mucho más parecido a como se hacía cine en Hollywood, fue cogiendo fuerza a través de la primera generación de directores salidos de escuelas de cine, con la seminal Tesis (Alejandro Amenábar, 1996) como punta de lanza. Durante 10 años se fue viviendo una transición hacia esa manera nueva de hacer cine patrio y El Orfanato fue el film que congració tanto a público (el film ingresó más de diez veces el presupuesto inicial) como a crítica (además de los 7 premios Goya ya citados, el film obtuvo unas críticas fabulosas además de un boca-oreja igualmente efectivo).
Sin embargo, El orfanato está muy lejos de ser una gran película. Ni siquiera está cerca de ser una película original. Además de los innegables guiños, copias u homenajes narrativos (táchese lo que se quiera) que el film hace de las horror movies con casas encantadas, muy especialmente de la genial ¡Suspense! (The Innocents, Jack Clayton, 1961), parece que incluso la propia atmósfera y el diseño de producción del film viene muy marcado por esos films a los que tanto debe. Y es que si uno se fija bien, El Orfanato parece transcurrir en los años 60 o 70, aunque la trama se sitúe aparentemente en la actualidad. Esto supone un lastre en la película que no logra reconciliar ese diseño retro con las nuevas tecnologías que se podían usar para rastrear personas desaparecidas en el año de la filmación del film. Al menos, Los otros era más consciente de todo esto, y se situaba durante la II Guerra Mundial.
Otro de los puntos débiles del film de Bayona es su carácter de película de un único personaje, que no es otro que el de Belén Rueda. Esto provoca que el resto del elenco sean meros comparsas, personajes sin ningún peso dramático y por momentos portadores de subtramas más bien cogidas con pinzas (véase a este respecto todas las ridículas apariciones de Fernando Cayo).
Como colofón, El Orfanato tampoco parece tener claro el tema que quiere tratar. Uno no sabe si el film nos habla sobre la lucha de una madre en busca de su hijo desaparecido, superando todos los impedimentos que va encontrando en el camino, o si bien es una película sobre niños que nunca se harán adultos o si bien es un film sobre los hechos tenebrosos del pasado que permanecen en el presente. Uno no sabe si los niños fantasma del film son malvados o buenos (¿por qué Tomás arrastra a la muerte a Simón llevándole a «su casa»?); ni siquiera se sabe por qué Belén Rueda acaba visualizando a los niños fantasmas. Para llegar a la resolución el guión hace uso de unas trampas que no se sostienen narrativamente (la presencia de Benigna, que no aparece en ningún archivo como presencia humana conocida y que de repente reaparece mientras se pasea con un coche de bebé y un muñeco que representa a su hijo Tomás; la aparición del propio Tomás en la fiesta de inauguración de la casa: si es un fantasma, ¿por qué se le aparece en este momento a Belén Rueda? Si es Simón disfrazado, ¿por qué quiere hacer daño a su madre?).
Muchas críticas he leído en las que los defensores de El Orfanato se preguntan el por qué aquí se critica negativamente el hecho de que Bayona use tópicos de otros films para su película y en el caso de Tarantino se critique este hecho de forma positiva. Muy sencillo: porque en el cine de Tarantino, su director usa estos homenajes coherentemente para llegar a un fin propio. En el caso de El orfanato parece que todo el fondo del film navegue a la deriva porque lo importante es la forma a través de la cual se narra. Y eso puede funcionar en el primer visionado. De ahí en adelante, todo se viene abajo por inconsistente. A fin de cuentas parece que El Orfanato sea una copia de ¡Suspense! a la española, pero sin la genialidad de ésta. Un ¡Suspense! al ajillo.
Aún así cabe alabar a El Orfanato porque supuso una inyección económica importante para la industria cinematográfica española en un momento verdaderamente de necesidad. Y eso ya es mucho.