Dos de las mayores leyendas de la historia moderna de nuestro Athletic, Javi Clemente y Julen Guerrero, coinciden en afirmar una cosa sobre el apuntalamiento organizativo que debe llevar a cabo el club de Ibaigane: la base del equipo debe estar formada por vizcaínos.
Ambos lo son. A fin de cuentas el Athletic es el club puntero del territorio bizkaitarra, y por lo tanto, se supone que esa territorialidad debe ser un plus para establecer el sentimiento de pertenencia que el futbolista pueda sentir hacia la institución. Pero si echamos un rápido vistazo a las estadísticas históricas del club, vemos que el que posiblemente sea el mejor jugador de nuestra historia (al ser el jugador con más partidos disputados con nuestra camiseta, dos factores que creo profundamente que van de la mano) es un gipuzkoano: el Txopo. Y si vamos al top 5, vemos como de entre ellos 3 son del territorio vecino: el Gallo y Andoni Iraola. Bien es cierto que en tiempos modernos la dinámica de las mayorías territoriales dentro del Athletic ha cambiado; que históricamente los vizcaínos han tenido mayor representación en los onces rojiblancos.
Esta introducción viene escrita por el asunto de la renovación de Kepa Arrizabalaga, el enquistamiento del acuerdo para retener a un portero que va camino, por cualidades, de estrella mundial. Es joven, sí, pero precisamente.
No tiene buena pinta la resolución del caso. Si se hubiese querido, se hubiese ya rubricado la firma en un papel. Entrando casi en diciembre, y con el jugador libre en apenas mes y medio para negociar con otros equipos (y recibiendo ofertas de medio mundo), la no renovación significa que hay diferencias si no insalvables, sí lo suficientemente grandes para estar alarmados.
El Athletic es más que un solo jugador, sí. Obviamente. Pero teniendo en cuenta que nadie quiere (o parece que no quiere) fichar por nuestro club últimamente, lo que nos faltaba es perder a los jugadores que marcan las diferencias y que nosotros los hemos criado. Si no viene nadie, y los que están no se quieren quedar, ¿hacia dónde caminamos?
No es cuestión de que Kepa sea más importante que el club. Es cuestión de que la marcha del portero puede suponer una simbólica bofetada hacia la importancia que el club quiere demostrar en el mundo del fútbol. Porque la marcha de Kepa sería un doble golpe durísimo a la moral de una afición que últimamente parece sentirse impotente a la hora de alcanzar unos objetivos establecidos a los que miramos desde abajo.
Doble golpe primero porque no sólo no apuntalamos un proyecto deportivo que queremos que sea ambicioso con lo de fuera, si no que debilitamos la plantilla con la marcha de uno de los pilares sobre los que debe girar la próxima década. Y segundo porque éste pilar es de Ondarroa, perteneciente al territorio bizkaitarra, y, en consecuencia, de donde la plantilla del Athletic debería nutrirse principalmente, y en donde, a priori, el sentimiento de pertenencia hacia la institución debiera ser mayor.
Algo similar ocurrió en su día con la marcha de Asier del Horno. Pocos fueron los que en un principio iban a echar de menos al lateral de Gallarta. Yo, personalmente, 12 años después, sigo sin haber encontrado en el Athletic, un carrilero que aporte tanto. Sí, con sus lagunas defensivas y con sus salidas nocturnas. Pero un lateral internacional y nivel Chelsea. Aunque luego no triunfara…
En el caso Kepa aún no está todo dicho. Confiemos en que ambas partes cedan en sus pretensiones y el que acabe ganando sean el Athletic, porque sella a uno de sus puntales, y el propio jugador, porque se queda donde quiere estar.
AUPA ATHLETIC!