«Vamos a ganar 2-3. Estoy convencido». Estas palabras fueron dichas por mí a un amigo la noche antes del partido que el Athletic iba a disputar contra el Manchester United al día siguiente, el 8 de marzo de 2012. Puede parecer presuntuoso y arrivista a posteriori el decirlo y no puedo aportar más pruebas que mi memoria. Pero es la verdad y toda la verdad. Tenía un presentimiento. Sentía que estábamos llamados a hacer historia. La mañana del partido me puse ante una máquina de apuestas de Reta. Quería apostar 4 euros a resultado fijo. La ganancia de esa inversión por el 2-3 se pagaba a algo más de 200 euros. Pero en aquel momento me eché para atrás y aposté por el 1-2. Se pagaba menos pero encajaba más con la realidad. El 2-3 de repente me pareció excesivo. Cara a cara con la máquina de apuestas tuve un arrebato de realismo. No seguí mi instinto, y el Athletic dirigido por Marcelo Bielsa me lo hizo pagar.
Porque el error fue pensar que con Bielsa viviríamos el realismo futbolístico; con Marcelo sólo se puede vivir una fantasía, es enemigo declarado de la realidad. Es el comandante de los sueños. Hay equipos que están destinados a dejar una huella en la historia. Sólo necesitan una sucesión de hechos y esperar la fecha. Y la fecha había llegado.
Los hechos habían llevado al Athletic a 1/8 de final de la UEFA tras sufrir una barbaridad contra el Lokomotiv de Moscú. El frío infernal el día que el equipo jugó en Rusia había pasado factura. Se perdió aquel partido 2-1. Fernando Llorente dijo que nunca había sufrido tanto en un campo como en Moscú debido a la climatología. El partido de vuelta fue una agonía. Fernando Amorebieta quiso contribuir más al sufrimiento siendo expulsado, pero el Athletic ganó y pasó.
El Manchester United se había ganado entonces el aura cuasi mística de equipo de fútbol que mezcla historia, romanticismo y un estilo propio, cualidades altamente valoradas por el público de San Mamés. El United había quedado tercero en su grupo de Champions, con una desastrosa noche en Basilea que obligó al equipo de Ferguson a jugar la UEFA desde febrero. En 1/16 de final eliminó sin mayores problemas a otro histórico, el Ajax de Amsterdam.
El sorteo quiso que el Athletic se enfrentase al United en aquella ronda de 1/8. La sucesión de hechos habían traído finalmente la(s) fecha(s) para hacer historia : 8 y 15 de marzo de 2012. Era el momento. El momento de rubricar un estilo de juego que se venía implantando desde inicios de temporada. Un estilo intenso, un correcalles, un huracán de presión en campo rival y de penetraciones por bandas, pasillos interiores… por todos lados. 10 jugadores rojiblancos jugando en campo contrario.
Ese estilo necesitaba una noche para ser recordado. Y Bielsa decidió escribir su obra más esplendorosa para que fuese representada en el Teatro de los Sueños. Los actores elegidos demostraron todo el talento que sólo los mejores directores pueden sacar de ellos: Iraizoz; Iraola, San José, Javi Martínez, Aurtenetxe; De Marcos, Iturraspe, Herrera; Muniain, Susaeta y Llorente.
Antes de empezar el partido, Bielsa espetó en el vestuario: «Jugar aquí es un sueño, ganar es una realidad. Salgan y jueguen».
Durante el partido muchas veces debía frotarme los ojos ante lo que estaba viendo. Parecíamos el mejor Barcelona de Guardiola, pero más atractivo, porque éramos más verticales. Tocábamos menos, pero la sensación de estar abusando del rival era mayor, porque mientras el Barcelona tocaba, tocaba y tocaba hasta desgastar al contrario sin uno darse cuenta, el Athletic de Bielsa era todo intensidad, cuatro toques y estábamos en el área de De Gea creando peligro y ocasiones constantes.
El United pensaba probablemente que el vendaval pasaría, pero cuanto más pasaban los minutos, más descompuesto estaba. Cuanto más avanzaba el partido la furia ofensiva del Athletic era mayor. Hasta el minuto 70 no nos pusimos por delante en el marcador y eso fue lo mejor que le pasó al Manchester United. Imagínense. En el 88 se me acabó la ilusión de llevarme algo de dinero en las apuestas cuando Munian puso el 1-3. Mientras, mi madre sentada a mi lado viendo el partido soportaba estoicamente lo único que mi incrédula boca lograba articular una y otra vez: «Nunca volveremos a jugar así».
Un 2-3 histórico. Lo sabía, pero no esperaba el cómo lo habíamos logrado. Pocas veces se ha visto tanta superioridad, y mucho menos tanta superioridad acompañada de un esteticismo contagioso: no tengo dudas de que mucha gente se hizo del Athletic aquel día.
Una semana después tocaba la vuelta en La Catedral del fútbol. No pude acudir al Estadio, pero no me perdí la cita en Bilbao, en plena calle Pozas. No se lo que se vivió dentro del campo, ese privilegio corresponde sólo a 40.000 personas, pero desde luego será difícil de olvidar lo que se vivió fuera.
De nuevo, el United fue un juguete roto. Si antes del partido alguien tenía dudas o un cierto temor a lo que propondría un equipo más experimentado en estas lides, pronto se esfumó. Ajenos a lo que pasaría apenas cuatro meses después, Llorente y San Mamés fueron uno cuando éste se retiró con molestias tras haber anotado un golazo; Toquero se movía como pez en el agua en un partido intenso, que le permitía correr y correr como a él le gusta; Susaeta se convirtió en internacional ese día; De Marcos era imparable; Javi Martínez empezaba a llamar la atención de un Bayern Munich que probablemente vió en él a Beckenbauer reencarnado en aquella eliminatoria; e Iraola casi hace desmayarse a Kiko, a los comentaristas de la BBC y a todo Bilbao con una jugada en la que regateó a todo el que vestía de azul y a punto estuvo de marcar uno de los goles más bellos de todos los tiempos.
Y así se hizo historia: el United se fue con la sensación de haber sufrido los efectos de una catástrofe natural. La afición de San Mamés fue la que nunca debió dejar de ser aquella noche, un volcán constante. El Athletic se hizo más grande. Y todos los que pudimos dormir algo aquel día esperábamos ansiosos la siguiente obra de Bielsa. Pero aquellos dos días supusieron el clímax artístico de un equipo llamado a hacer historia. Luego vinieron otras victorias recordadas, pero sólo existe un teatro de los sueños. Allí donde ganar el Athletic lo convirtió en realidad un 8 de marzo de 2012.