Cuando era niño creía en tres cosas: el marxismo, el poder de redención del cine y la dinamita. Ahora, sólo creo en la dinamita.

SERGIO LEONE

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La famosísima primera secuencia de la mítica HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (Sergio Leone, 1968) deja ya a las claras la importancia del ritmo, del tiempo en la película. Es posiblemente en HASTA QUE LLEGÓ SU HORA donde el estilo dilatado de Leone alcanza su punto culminante en la obra del majestuoso director romano.

Es dicha secuencia la primera de tantas a lo largo del metraje en el que los minutos previos a un duelo entre personajes se dilata, la acción se suspende, apoyada espléndidamente en unos trabajados y decisivos efectos de sonido ( el zumbido de una mosca, una gota de agua que cae o el ruido de una pala giratoria del depósito de agua) y en primeros planos de los diferentes personajes que toman parte de la acción. Estos 15 minutos inmejorablemente construidos y preparados, que acaban con los esbirros del villano Frank (impresionante Henry Fonda) muertos a tiros por el impasible Armónica (un no menos espléndido Charles Bronson),empiezan, asimismo, con un apunte irónico y anticipatorio del ritmo del film: el revisor de la estación apunta las horas de retraso que llevan los trenes que deben llegar a la estación.

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Dos imágenes de la famosa primera secuencia del film, basado en primeros planos y en  efectos de sonido, ilustrando perfectamente el paso del tiempo, tan presente en el film.

A pesar de esta recordada y muy analizada primera secuencia de la película, hay otros momentos no menos magistrales en lo referente al ritmo del film. El primer encuentro entre Armónica, Cheyenne (inolvidable Jason Robards) y Jill (la siempre bellísima Claudia Cardinale) en la taberna se da en un momento en el que el camarero empieza a contarle una historia a Jill sobre una prima suya de New Orleans y queda interrumpida por la aparición de Cheyenne, que tras un tenso diálogo con Armónica sale con sus esbirros del local. El camarero retoma entonces la historia de su prima tal donde la había dejado. ¡Han pasado entonces 11 minutos de película!

El paso del tiempo, uno de los temas recurrentes en el cine de Leone, mucho tiene que ver con este tono vanguardista en cuanto a ritmo del film. El director italiano lleva a cabo semejante y arduo trabajo mediante elegantes movimientos de cámara, que van desde el travelling (secuencia de Frank llegando a ajustar cuentas con Morton, con todos sus hombres muertos) a la grúa (mítico entre los cinéfilos el momento de Claudia Cardinale llegando a la estación y entrando en el pueblo). También los relojes están presentes a lo largo del metraje para evidenciar ese peso del discurrir del tiempo ( desde la llegada de Claudia Cardinale a la estación en el que el reloj le hace saber que nadie ha llegado a recogerle hasta el tiroteo en las calles del pueblo entre Frank y sus esbirros, que ahora le han traicionado, en el que vemos diferentes relojes dibujados en las paredes de los edificios; incluso, Armónica avisa a Frank de la posición de uno de los tiradores dándole la hora).

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La banda sonora de Ennio Morricone, elemento clave en el film y en toda la filmografía de Sergio Leone.

Dejando de lado el indiscutible protagonismo del ritmo vanguardista, lo que subyace en HASTA QUE LLEGÓ SU HORA es una profundización y perfeccionamiento de algunos elementos de puesta en escena característicos de su director, ya anticipados en sus anteriores westerns: la música del maestro Ennio Morricone; la fotografía terrosa que produce una sensación de sequedad en el espectador; los personajes sucios, sin afeitar, polvorientos; el hombre sin nombre (en este caso Charles Bronson) que se mueve en la ambigüedad moral y ética (mitificado por Clint Eastwood en la trilogía del dólar); y el contraste entre dos personajes que se mueven uno por dinero (Cheyenne) y el otro para ajustar cuentas del pasado (Armónica).

Todo hace indicar que HASTA QUE LLEGÓ SU HORA fue un campo de pruebas en el que Sergio Leone se entrenó para llevar años después a cabo su, para mí, obra cumbre: ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA (1984). Aparte de compartir título en su versión original, Leone ofrece pinceladas de lo que vendrá en el film póstumo de su carrera ( incluso copiando el famoso plano picado en una cama sustituyendo a Claudia Cardinale por Robert DeNiro).

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Los cuatro actores principales están todos ellos fantásticos e inolvidables en sus roles.

Y es que, al fin y al cabo, HASTA QUE LLEGÓ SU HORA, como ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA, es una fábula sobre el paso del tiempo, de personajes que envejecen y tienen que recolocarse en la vida y/o dejar paso a una nueva generación. Como muy bien explica Armónica a Frank previamente a su duelo final, los dos personajes son parte de una raza antigua, y tras matar a Frank, Armónica se irá para seguramente no volver jamás, cargando con un fallecido Cheyenne y dejando la población de Sweetwater creciendo y formándose de la mano de Jill, que forma parte de esa nueva generación más joven y con nuevos ideales. Un tema que une a Leone con la forma de ver el mundo de uno de sus maestros y referentes, el magno John Ford.