Y YO LES DIGO QUE SI USTEDES BUSCAN UN HOMBRE CUYOS IDEALES NO SON DE ESTA ÉPOCA, ESE HOMBRE ES EL CHÉ GUEVARA…

FIDEL CASTRO, A LA MUERTE DEL CHÉ

 

Me resulta terriblemente difícil escribir sobre Fidel Castro. Y me resulta doloroso, de alguna manera. Durante años, más de una década, fue el máximo referente ideológico de mi vida. Recuerdo que cuando yo era estudiante de Ciencias Políticas, en la Facultad de Leioa (País Vasco), comencé a sentirme terriblemente atraído por las ideas comunistas, y lo que entonces, yo entendía que era propiedad privada del marxismo. Sin embargo, nunca había acabado de convencerme la URSS. No sabía el por qué. Probablemente fuera su enorme capacidad militar lo que me ponía nervioso, siendo yo un antimilitarista convencido. O fuese su constante penetrar en pueblos ajenos para instaurar regímenes títeres lo que no me convencía.

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En ese contexto, de repente, se me presentó una luz: la Revolución cubana y Fidel Castro. Ahora entendía por qué no me gustaba la URSS. A través de un factor externo pude llegar a la síntesis de la cuestión. Fidel Castro y el socialismo cubano, llegaron para ser plantados en un único punto geográfico; sobre un mismo pueblo. No pretendían colocar gobernantes afines a la fuerza en otros lugares. Es decir, la Revolución se haría desde dentro, porque la gente de dentro así lo querría. El Régimen sí ayudó enviando tropas cubanas a lugares como Angola, pero en conflictos que ya se habían puesto en marcha. Eran, además, tropas verdaderamente populares, cuyo entrenamiento marcial había sido ejecutado de manera clandestina. El fidelismo había liberado a un pueblo del capitalismo y de la corrupción más deleznables. Empezaba mi idealización hacia el régimen cubano.

12 años después, inmerso personalmente de lleno en la explotación capitalista y en una ciudad que te explota como Londres, donde este sistema político nació, fui poco a poco desmarcándome del marxismo y con él, de cualquiera de sus acepciones. No me sentía libre ni con jefes de derechas, ni de centro ni de izquierdas. En el trabajo, una vez que sé completar mis tareas, aborrezco enormemente cuando hay una imposición externa hacia lo que yo estoy desarrollando sin que yo mismo lo haya pedido. Y ahí, descubrí el anarquismo, un concepto que no me gusta del todo (más bien me gusta el concepto libertarismo), y una de sus frases de cabecera: “Todo anarquista es comunista; pero no todos los comunistas son anarquistas” . Me convertí en un fiel seguidor ideológico de la doctrina de la autogestión y de la autoorganización, de la acción individual y colectiva directa y de la solidaridad obrera, de manera horizontal y sin representantes. Sin que nadie diga qué  es lo bueno o lo malo, descubriéndolo  por uno mismo, de manera responsable, sin hacer daño al prójimo. Fidel, sin embargo, se había quedado en el marxismo.

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Y ahí comenzó mi lontananza con Fidel Castro. El referente ideológico durante tantos años, dejaba de serlo. Evidentemente, permanecen las cenizas de lo que un día fue fuego. Como defensor no de los países, si no de los pueblos del mundo, a Fidel tengo que agradecerle el haber sido un rebelde contra Estados Unidos. Me gusta eso de “Yankees get out of my country!”, como ciudadano vasco obligado a portar una nacionalidad que no siento mía. Me gusta el haber provocado tanto nerviosismo en Washington, entre los que mandan.

También tengo que agradecerle el haberse opuesto a que la URSS gobernase Cuba. Cuba era de los cubanos, y a pesar de la importancia de los acuerdos comerciales con la URSS, que mantenían Cuba a buen recaudo, el socialismo cubano se desarrolló a su manera.

Sin embargo, no me gustan otras cosas. No me gusta el que, como sucede con la Constitución en Estados Unidos, gente de 90 años (con mentalidades y vivencias de otras épocas) digan a las juventudes que se han criado en otro contexto lo que hay que hacer sí o sí. Me resulta difícil creer que dentro del PC Cubano no haya nadie más joven capaz de dirigir el país. Aunque a mí, insisto, no me gusta que nadie dirija nada. No me gustan las ridículas campañas de propaganda llevadas a cabo para enaltecer la figura de Fidel. Incluso a mí, un fidelista entonces convencido, me entró un ataque de risa cuando EEUU decidió abrir, de nuevo, relaciones diplomáticas con Cuba y enseguida todos los rincones propagandísticos del mundo se llenaron con una aparente frase de adivinación futura dicha por el propio Fidel, supuestamente en 1973: “EEUU abrirá nuevamente relaciones con Cuba cuando el Papa sea latinoamericano y el Presidente de EEUU negro”. Ya entonces, me pareció propaganda barata, y no se ha sabido de dónde salió aquello, ninguna prueba refutable que lo apoye, ningún documento que acredite que aquello fue así. Sólo es algo para recordar al pueblo cubano la importancia de un régimen y de su líder. Una cosa que siempre digo sobre el marxismo (que no sobre el socialismo) es que supo vender muy bien el márketing político de su idea de Estado de manera que la gente entendiese que el marxismo era igual a anticapitalismo. Cuando no es cierto. El marxismo es contrario al liberalismo. Pero cuando una de las Biblias del marxismo es EL CAPITAL, en el que Marx hace una defensa a ultranza del cambio (no de la eliminación) de gestión del capital y del dinero, ya no puede ser anticapitalista. El sistema marxista funciona también con capital, y por tanto con sus propias élites. Y en esa mentira, en engañar a la gente de esa manera, reside el éxito del marxismo.

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No me gusta, que en tiempo de crisis, seguramente Fidel nunca llegase a pasar hambre. Mientras otros compañeros, trabajadores y campesinos, sí lo hicieran. Fidel era élite, con sus privilegios.

Hoy, Fidel ha muerto. Y comenzarán las reacciones a favor y en contra de manera pasional. Y EEUU estará ya planeando de manera abominable pasos a seguir (seguramente de manera paulatina) para acercar a Cuba a la esfera capitalista. Creo que lo que se debe hacer, por el contrario, es ayudar al pueblo cubano a agarrar Cuba donde la dejó Fidel y continuar avanzando hacia la libertad total de su pueblo. Si hay un pueblo que puede dar ejemplo ese es el cubano. Porque hay dos o tres generaciones que se han criado en la ideología antimaterialista, en la ideología comunista (aunque fuese liderada por unas élites) y contrarios a un sistema político que domina el mundo y del que le separan 75 millas de costa. Se debería dar un paso más adelante, y que sea el propio pueblo el que dé la patada y diga “Get out of my contry, imperialists!” Es hora de que Cuba se convierta en libertaria. De que el campesinado cubano se oponga a lo que viene. Se trata, de no hacer retroceder a Cuba, si no de llevarla a la gloria. De que Cuba sea verdaderamente libre y no se convierta en la República del Cubalibre, como lo fue hace 60 años.

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